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Preguntas y respuestas acerca del éxtasis arancelario de Trump

La semana pasada, el presidente de EEUU, Donald Trump, anunció la imposición de aranceles muy significativos a las importaciones, amenazando con trastocar todo el orden económico mundial. Según entiende el presidente, con esta medida EEUU se “libera” de las políticas comerciales "abusivas" de otros países, que son falsos aliados que llevan décadas aprovechándose del gigante norteamericano.


Como cabía esperar, las bolsas se han desplomado tras la noticia, tanto por el daño cierto que cabe esperar sobre los beneficios de un tejido empresarial cada vez más internacionalizado, como por la nueva oleada de incertidumbre económica que Trump ha regalado al mundo, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas. Realmente no está claro si los aranceles anunciados van a ser una medida permanente o si son sólo un arma para negociar, pero en cualquier caso la tensión en los mercados es máxima.


Aunque todo el mundo ha dado su opinión al respecto, por aquí no queríamos quedarnos atrás y hemos recopilado una serie de cuestiones que, en nuestra opinión, muchos lectores puede que todavía se estén planteando.


  • ¿Qué es el déficit comercial?

  • ¿Por qué EEUU tiene déficit comercial con el resto del mundo?

  • ¿Por qué se supone que esto es preocupante para EEUU?

  • ¿Por qué Trump dice que los aranceles son “recíprocos”?

  • ¿Cómo se ha calculado el arancel recíproco que se impone a cada país?

  • ¿Tiene sentido económico que Trump quiera eliminar su déficit comercial con todos los países de manera individual?

  • ¿Qué quiere conseguir Trump con esto?

  • ¿No se supone que EEUU es la meca del capitalismo y, por tanto, no deberían estar bien vistos los aranceles?

  • ¿No se supone que el Partido Republicano ha sido siempre defensor del capitalismo y del libre comercio?

  • Entonces, ¿poner aranceles es bueno para el desarrollo económico?

  • ¿Qué opinan los mercados?

  • ¿Hacia dónde se dirige el mundo?



¿Qué es el déficit comercial?

Empecemos por el principio, definiendo el concepto que es la base de todo este embrollo.


El balance comercial de un país se calcula como la diferencia entre las exportaciones y las importaciones con respecto a otro u otros países. Si se exporta más de lo que se importa, existe superávit comercial. Si se importa más de lo que se exporta, existe déficit comercial. Evidentemente, tanto las exportaciones como las importaciones se denominan en una divisa común, que en el caso que nos ocupa ahora es el dólar.


Por ejemplo, en 2023 Alemania tuvo los siguientes intercambios comerciales con China:​

  • Exportaciones de Alemania a China: 90 mil millones €

  • Importaciones de Alemania desde China: 156 mil millones €

Por tanto, el déficit comercial de Alemania con China fue 66 mil millones € en 2023

(Disclaimer: estos datos me los ha dado ChatGPT, no he ido a mirarlo)


En el caso de EEUU, tiene superávit comercial con varios países (Australia y Países Bajos, por ejemplo), pero en la mayor parte de su comercio internacional existe un déficit, es decir, importa más de lo que exporta. Por tanto, en términos netos, considerando el total de las exportaciones e importaciones de EEUU con respecto al resto del mundo, el gigante norteamericano tiene un déficit comercial persistente desde hace décadas.

Nota: Balanza comercial = Exportaciones - Importaciones

Fuente: elaboración propia con datos del FMI


¿Por qué EEUU tiene déficit comercial con el resto del mundo?

En general, el déficit comercial que un país tiene con otro debería compensarse con un superávit posterior con ese mismo país, o, alternativamente, con superávits comerciales con otros países. Lo contrario (es decir, un déficit comercial persistente con respecto al resto del mundo) supone que el país constantemente recibe más de lo que aporta en los intercambios comerciales. 


Por tanto, el déficit comercial permanente de EEUU nos puede llevar a pensar que EEUU recibe más “valor” del resto del mundo que el “valor” que éste país aporta. Pero en realidad no es así. El motivo por el que EEUU tiene un déficit comercial persistente con el resto del mundo es porque el resto del mundo demanda dólares; el dólar es la moneda de reserva de valor a nivel mundial. Por tanto, EEUU, en términos netos, importa bienes y servicios y exporta dólares, los cuales puede crear de la nada sin ningún problema. Digo “en términos netos” porque EEUU sí exporta bienes y servicios, pero menos de los que importa, y la diferencia la cubre entregando dólares. Por tanto, EEUU nunca ha dejado de aportar valor a los demás países, ya que éstos siguen demandando dólares.


Este esquema de cosas es una consecuencia de la arquitectura monetaria internacional en la que vivimos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Más en concreto, desde la conferencia de Bretton Woods (1944), en la que EEUU, que por entonces tenía la sartén por el mango en términos militares y económicos, impuso al resto del mundo (excluyendo la Unión Soviética y sus aliados) que el dólar fuera la base del sistema monetario, convirtiendo a esta divisa en la más demandada en todo el mundo. Al emitir la divisa de referencia que el resto del mundo demandaba, simplemente para atesorarla (en cash o en activos financieros) y no como medio para adquirir otros bienes o servicios, EEUU podía comerciar con el dólar como si fuera un “bien” más, al mismo nivel que los coches o el petróleo.


Como consecuencia, a partir de mediados del siglo XX EEUU fue descuidando cada vez más su competitividad en la producción de bienes y servicios, ya que siempre fue el país más competitivo, con diferencia, en la provisión de dinero de alta calidad (el dólar). Sin embargo, el dinero fiat es deuda, y por ello el déficit comercial permanente ha ido poniendo a EEUU en una situación de vulnerabilidad financiera con respecto al resto del mundo, lo cual se suma a una paulatina decadencia económica. En los siguientes párrafos desarrollamos estos conceptos.


¿Por qué se supone que esto es preocupante para EEUU?

1º Decadencia económica

Un país que puede producir sin ningún tipo de esfuerzo algo valorado por el resto del mundo para acceder a los bienes y servicios que el resto del mundo produce, está condenado a padecer un estancamiento tecnológico debido a la falta de incentivos para innovar. EEUU está parcialmente “subvencionado” gracias a la hegemonía del dólar y por eso no necesita esforzarse (al menos no tanto como otros países) para estar en la vanguardia tecnológica para seguir siendo competitivo en el ámbito internacional. El resultado era el esperable. En los años 80 los japoneses le fueron comiendo terreno en varias industrias punteras, entre ellas la de la automoción, y ya en este siglo XXI está sucediendo lo mismo con China.


Por otro lado, la globalización ha implicado el desmantelamiento de buena parte de la base industrial de Occidente, y su traslado a regiones donde es más barato producir. China es el claro ejemplo. Para beneficio de los estadounidenses en general, esto ha permitido el abaratamiento de muchos bienes. Pero, para algunos estadounidenses en particular, la globalización ha conllevado la pérdida de su puesto de trabajo. Aunque esto da para un largo debate, parece claro que la globalización ha propiciado el declive económico de muchas regiones que en otro tiempo fueron prósperas, como es el caso de Detroit. Es por eso que, aunque los aranceles irremediablemente encarecen la cesta de la compra, es algo que para mucha gente merece la pena si a cambio surgen más oportunidades laborales.


2º Dependencia económica

Hemos dicho que el déficit comercial de EEUU implica que, en términos netos, EEUU importa bienes y servicios y exporta dólares creados de la nada. En última instancia los dólares exportados son una deuda (a veces explícita, a veces tácita) de EEUU con el resto del mundo.


Para esta explicación, pensemos en el déficit comercial de EEUU con China. Los chinos que exportan bienes a EEUU y cobran en dólares, si han decidido que no quieren usarlos para adquirir bienes y servicios de EEUU, pueden hacer varias cosas con ellos:


  1. Dejarlos en la cuenta corriente. Esto en última instancia es deuda de un banco de EEUU. Sobre qué es el dinero bancario hablé aquí.


  2. Invertirlos en activos financieros de EEUU. Todo activo financiero (acciones o bonos) es un pasivo financiero para la entidad que lo emite. Esto es lo mismo que decir que es una “deuda”, aunque no siempre en el mismo sentido que un préstamo, sino en un sentido mucho más amplio. Podemos resumirlo diciendo que los chinos que invierten en EEUU tienen derechos sobre la economía de EEUU, ya sean derechos de cobro (si invierten en deuda) o derechos de propiedad (si invierten en acciones).


  3. Dejar los dólares debajo del colchón en forma de billetes físicos. Esto es dinero al margen del circuito bancario, por lo que aquí ya no podemos hablar de deuda bancaria. Sin embargo, los dólares en forma de billetes son un pasivo de la Reserva Federal de EEUU. Sobre esto hablé en este post.


  1. Gastarlos o invertirlos fuera de EEUU, por ejemplo importando bienes desde Brasil y pagando en dólares. En ese caso, la elección de qué hacer con los dólares se traslada al receptor de estos dólares (el exportador brasileño). Pero, en última instancia, el destino final de esos dólares es alguno de los recogidos en los puntos anteriores.


La conclusión a la que podemos llegar es que un déficit comercial entre un país y el resto del mundo, considerando al resto del mundo en agregado, implica que el país en déficit se va “sometiendo” paulatinamente a otros desde un punto de vista económico, ya que o bien se endeuda o bien va cediendo parte de su estructura productiva a intereses extranjeros.


¿Y qué tiene de malo que los chinos controlen parte de la economía de EEUU? Aquí hay opiniones para todos los gustos. Una persona que opine que la política debería quedar al margen del comercio dirá que no pasa nada porque haya plena libertad de circulación de capitales. ¿Qué problema hay en que una empresa china controle parte de la infraestructura eléctrica de un país americano, mientras preste un buen servicio a los ciudadanos? ¿Lo más importante no es el bienestar del consumidor? Si es así, dejemos que la libre competencia premie a los productores que mejor saben satisfacer las necesidades del consumidor, sean de la nacionalidad que sean.


Pero la realidad es que la política no está al margen del comercio internacional, nunca lo ha estado, y pretender lo contrario es hacerse ilusiones. Que un país como España no quiera implementar una “estrategia nacional” de acceso al mercado chino, por ejemplo para conseguir replicar la tecnología china en la fabricación de vehículos eléctricos, no quiere decir en absoluto que China tampoco tenga ese interés a la hora de entrar en el mercado español, como ha quedado más que demostrado.


Detrás de los movimientos de las empresas chinas, sobre todo las grandes, siempre se sospecha que está el Partido Comunista chino, siguiendo su “estrategia nacional” de acceso a los mercados internacionales. Cuando leemos la noticia de que Grecia vende el Puerto de El Pireo a la empresa china COSCO, lo más razonable no es pensar que los chinos quieren rentabilizar sus ahorros, sino que quieren controlar infraestructuras estratégicas alrededor del mundo, con un propósito que va mucho más allá de lo estrictamente financiero. Esto es algo muy a tener en cuenta, con independencia de si nos parece bien o mal que nuestro propio país adopte una estrategia parecida a la de los chinos en los intercambios internacionales.


¿Por qué Trump dice que los aranceles son “recíprocos”?

Trump acusa a otros países (al mundo entero, realmente) de aplicar medidas proteccionistas contra EEUU, tanto de manera explícita como de manera encubierta. Las barreras explícitas al comercio son, principalmente, los aranceles y las cuotas a la importación. Por el otro lado, como ejemplo de proteccionismo encubierto tenemos las regulaciones medioambientales o las manipulaciones monetarias que encarecen el dólar en el mercado de divisas.


En general, para Trump es proteccionista todo aquello que dificulta a los exportadores norteamericanos colocar sus productos en otros países. En este sentido, siempre se puede sospechar que ciertas regulaciones supuestamente pensadas para proteger al consumidor, por ejemplo las restricciones al uso de pesticidas en los productos agrícolas, en realidad sirven para dificultar el acceso a la competencia extranjera al mercado nacional. Ahora bien, tratar de extraer de este razonamiento una cifra concreta y objetiva que represente el arancel “real” que EEUU tiene que enfrentar, es algo muy aventurado.


¿Cómo se ha calculado el arancel recíproco que se impone a cada país?

De todas formas, aun dando por bueno el razonamiento de Trump de que existen aranceles “encubiertos” contra EEUU, la forma de calcular el arancel recíproco no parece demasiado sensata, ya que se ha empleado una fórmula que toma como referencia el déficit comercial de EEUU con cada nación y no las supuestas políticas comerciales injustas. Esta fórmula divide el déficit comercial por el total de importaciones desde ese país y luego divide el resultado por 2 para determinar la nueva tasa arancelaria.


Por ejemplo, en 2024 el déficit comercial de EEUU con la UE fue de aproximadamente 235.000 millones de dólares, y las importaciones desde la UE sumaron alrededor de 606.000 millones de dólares. Dividiendo el déficit entre las importaciones se obtiene un ratio del 39%. Al dividir este porcentaje por dos, obtenemos como resultado el 20% de arancel impuesto a la UE.


Bajo el criterio de la Administración Trump, el volumen de déficit comercial de EEUU frente a un país se debe exclusivamente a los “abusos comerciales” de ese país, lo cual no tiene sentido, ya que puede existir déficit comercial aun cuando las barreras comerciales (explícitas e implícitas) sean inexistentes. Si EEUU necesita algo de un país, pero ese país no necesita nada de EEUU (más allá de los jugosos dólares), entonces EEUU tendrá déficit comercial con ese país aunque no existan barreras al comercio. Y eso no tiene por qué ser algo malo, como explicamos a continuación.


¿Tiene sentido económico que Trump quiera eliminar su déficit comercial con todos los países de manera individual?

No tiene nada de malo que EEUU tenga un déficit comercial con, por ejemplo, Taiwán, si para compensarlo tiene un superávit comercial con otro país. No es imperativo que, cada año, EEUU tenga que demandar de Taiwán la misma cantidad (medida en dólares) de bienes y servicios que la cantidad que Taiwán demanda de EEUU.


Pensemos en un triángulo comercial entre tres países: A, B y C. No existe ningún problema económico si A tiene un déficit comercial con B, si a la vez tiene un superávit comercial con C. Por ejemplo, 

  • A exporta grano a C e importa ordenadores de B. 

  • C importa grano de A y exporta semiconductores a B

  • B importa semiconductores de C y exporta ordenadores a A


En este ejemplo, cada uno de los tres países tiene un déficit comercial con un socio y un superávit comercial con otro socio. Y no hay ningún problema con eso, ya que ningún país tiene un déficit comercial permanente con sus dos socios comerciales, considerados en agregado.


El problema de EEUU no es que tenga un déficit con Taiwán, y también con Corea del Sur, y también con Colombia, y también con Alemania, etc. El problema es que tiene un déficit comercial con el resto del mundo en conjunto. La idea de reducir o eliminar el déficit comercial de forma bilateral con cada uno de sus socios comerciales es verdaderamente absurda. Pero evidentemente sus motivos tendrán, que no son estrictamente económicos. 


Tiene sentido que lo hagan así para poder negociar con cada uno de los países por separado. Es decir, Trump no puede enfadarse y sentarse a negociar con un ente llamado “el mundo”, puede enfadarse y sentarse a negociar con países concretos. Por eso cada país tiene su ración correspondiente de “enfado” y ataque comercial por parte de EEUU, para luego negociar de manera bilateral.


Por otro lado, la afirmación de que el problema de EEUU es que su déficit comercial es con el conjunto de países, y no país a país, es matizable. Por motivos geopolíticos, tiene sentido que intente reducir o eliminar su déficit con países concretos, por ejemplo con China. Ahora bien, si el deseado (y muy improbable) superávit con China se compensa con un déficit comercial con India, eso no impide que, a su vez, India tenga un déficit comercial con China mediante el cual se produzca un traspaso neto de dólares hacia China, con lo que el resultado final (China poseyendo dólares) sería el mismo que si el déficit comercial de EEUU fuera con los chinos.


¿Qué quiere conseguir Trump con esto?

1.Aumentar la recaudación fiscal. No olvidemos que los aranceles son un impuesto, y el gobierno de EEUU tiene que empezar a reducir el déficit, porque el ritmo de endeudamiento que está siguiendo el país es insostenible. Ahora bien, este impuesto no lo pagan las empresas extranjeras como “peaje” para acceder a EEUU, sino que lo pagan los ciudadanos y empresas de EEUU por el hecho de comprar productos extranjeros. Por tanto, es un impuesto más a la sociedad norteamericana. No descartemos que toda esta parafernalia sea simplemente una excusa para aumentar la recaudación minimizando el coste político, una subida de impuestos enmascarada como una cruzada comercial para recuperar la “grandeza de América”.


A este respecto, el tiro puede salir por la culata si la consecuencia de estos aranceles es un retroceso económico del país que redunde en una menor recaudación fiscal, por lo que, realmente, están jugando con fuego.


2.Reindustrializar EEUU. Otro objetivo claro es que la capacidad productiva cuyo destino último es satisfacer la demanda de los estadounidenses, esté radicada dentro de las fronteras de EEUU. Es decir, no se trata sólo ni principalmente de que la gente deje de comprar Hyundai para comprar Chevrolet, sino que también se busca que Hyundai empiece a fabricar dentro de EEUU, dando trabajo a ciudadanos de EEUU. También se pretende facilitar al Estado el “acceso” a ciertos conocimientos y cierta tecnología, algo parecido a lo que ha hecho China con todos los fabricantes occidentales medianamente sofisticados que trasladaron sus fábricas a Asia desde los años 90.


De esta forma se pretende reducir la dependencia económica con respecto a otros países, en el sentido de que los avances tecnológicos que permitirán prosperar a EEUU tendrán lugar dentro de los propios EEUU y estarán siempre bajo su control. Respecto a la dependencia “financiera”, lo abordamos a continuación.


3.Reducir la dependencia financiera de otros países. Como ya hemos explicado, el déficit comercial implica que un país se endeuda con otros. Aunque nuestra explicación de que EEUU importa bienes y exporta dólares puede llevarnos a pensar que parte de lo que EEUU consume es un “regalo” del resto del mundo, lo cierto es que los dólares exportados representan una deuda o un derecho de propiedad del resto del mundo sobre parte de la economía EEUU, en función del uso que se haga de esos dólares.


Un riesgo para EEUU es que un país que haya acumulado muchos dólares, por ejemplo China, empiece a deshacerse de ellos de golpe para tumbar el valor del dólar y para encarecer el coste de financiación del Tesoro. De hecho, este es un movimiento que Pekín ya ha realizado en más de una ocasión, aunque más como una demostración de fuerza que para hacer daño de verdad.


4.Forzar a la Fed a que baje los tipos de interés. Muchos opinan que detrás de este movimiento tan disruptivo por parte del gobierno hay un “plan maestro” para perjudicar a la economía de EEUU y así obligar a la Fed a aflojar la política monetaria (bajando los tipos de referencia y comprando deuda en los mercados de renta fija) para estimular el crecimiento si se quiere evitar una recesión. La bajada de tipos se considera necesaria para bajar el coste de financiación del Tesoro y que la deuda pública sea sostenible.


Sin embargo, como ya expusimos al hablar de la recaudación fiscal, este plan puede salir muy mal si la economía de EEUU termina entrando en una crisis severa que recorte los ingresos públicos, y que por tanto exacerbe el déficit fiscal. Además, el aumento de la incertidumbre económica en EEUU puede llevar a que el mercado exija una mayor rentabilidad a los bonos, justo lo contrario de lo que el Tesoro espera conseguir.


Por último, no olvidemos que, de entrada, las restricciones al comercio tienen un impacto inflacionario, ya que deshacen las ganancias de eficiencia propias de la globalización. Si Trump espera conseguir que la Fed baje tipos es porque confía en que el efecto recesivo de los aranceles sobre la economía más que compense el aumento de costes a lo largo de todo el tejido productivo, de forma que el impacto neto de su política sea desinflacionario.


5.Conseguir concesiones en otros ámbitos, a cambio de revertir la subida de aranceles. Trump puede estar usando los aranceles como herramienta negociadora para conseguir concesiones en otros ámbitos que se salen de lo puramente comercial. Por ejemplo, conseguir un compromiso por parte de otros países de que un porcentaje mínimo de las reservas de sus respectivos bancos centrales serán dólares, o de que contribuirán más al gasto militar de la OTAN, o de que harán sus compras energéticas a EEUU, o de que comprarán deuda de EEUU. Tras conseguir sus objetivos, podríamos regresar al statu quo anterior en el comercio internacional.



¿No se supone que EEUU es la meca del capitalismo y, por tanto, no deberían estar bien vistos los aranceles?

Se puede pensar que Trump es un “outsider” en lo que respecta a su ideología, que contrasta con el tradicional afecto por el capitalismo de la sociedad norteamericana. Es cierto que Trump tiene muchas peculiaridades y se sale de lo normal en muchos aspectos, pero, al margen de eso, lo de que EEUU es un país capitalista es algo muy pero que muy matizable


Aunque en el imaginario colectivo parece que EEUU es una anarquía libertaria que hace las delicias de Javier Milei, la realidad está muy lejos de ser ésa. Aunque ha variado según las épocas, EEUU siempre ha sido un país muy intervencionista, quizás no en aspectos que a todos nos vienen habitualmente a la cabeza, como la legislación laboral, medioambiental o tributaria, sobre todo si lo comparamos con campeones de la regulación como Europa, pero sí precisamente en cuestiones como las relaciones internacionales, incluyendo el comercio con otros países.



Históricamente EEUU ha sido un país muy proteccionista, sobre todo durante el siglo XIX, es decir, durante el siglo que siguió a su independencia de Gran Bretaña. De hecho, un motivo importante por el que las trece colonias se independizaron fue que desde Londres les impedían desarrollar su propia industria manufacturera. En cuanto tuvieron oportunidad, los estadounidenses aplicaron la misma política comercial mercantilista que habían aplicado los británicos desde siglos antes.


El debate entre proteccionismo y librecambismo estuvo siempre presente en el Congreso, y de hecho fue uno de los motivos (si bien eclipsado por el famoso debate sobre la esclavitud) que llevaron a la secesión de varios Estados sureños y a la posterior guerra civil (1861-1865). De hecho, de las primeras cosas que hizo el Congreso después de que los diputados sureños separatistas renunciaran a sus actas fue aprobar un arancel para productos industriales.


Ya en el siglo XX, la postura de EEUU fue el aislacionismo en el plano internacional, tanto comercial como político. Cuando llegó la Gran Depresión en 1929, la respuesta del gobierno fue aprobar una oleada de aranceles (Ley Smoot-Hawley), que empeoraron la situación y se consideran un ejemplo de medidas proteccionistas fracasadas.


Fue tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) cuando EEUU impulsó la apertura del comercio internacional, con iniciativas como el acuerdo arancelario GATT, predecesor de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En ese momento EEUU era el principal beneficiario de esa política, por el simple hecho de que el resto del mundo capitalista había sido devastado por la guerra y nadie podía competir con los norteamericanos.


En este sentido, si echamos un vistazo a la historia económica de los países más ricos del mundo, veremos que han tendido a defender el libre comercio precisamente cuando eran los más competitivos (Reino Unido en el siglo XIX, EEUU en el siglo XX). Dado que EEUU está perdiendo cada vez más terreno frente a China y otros países, no debería sorprendernos que ya no le guste tanto eso de comerciar sin barreras. La situación ha llegado al extremo surrealista de que los comunistas chinos son ahora los que más fervientemente defienden el libre comercio en todos los foros internacionales, ya que saben que su país es muy competitivo en sectores que cada vez son más “estratégicos”, como la IA o las TIC.


¿No se supone que el Partido Republicano ha sido siempre defensor del capitalismo y del libre comercio?

Los años de Ronald Reagan (años 80), de lucha ideológica contra el comunismo de la Union Soviética, dejaron a los republicanos con la etiqueta de ser los más “market friendly” dentro del espectro político de EEUU. Pero históricamente no fue siempre así, ni mucho menos.


El Partido Republicano nació a mediados del siglo XIX con la vocación de luchar contra el esclavismo. Pero su ideario no terminaba ahí. Los republicanos también acogían los intereses de los burgueses industriales norteños que reclamaban aranceles para protegerse de la industria extranjera. En frente tenían al Partido Demócrata, que era muy fuerte en los Estados sureños, donde se defendía la esclavitud y el libre comercio con otros países*. El motivo por el que los sureños defendían los aranceles bajos era porque temían posibles represalias arancelarias por parte de los socios comerciales, que dificultaran las exportaciones de algodón y el resto de cultivos de los que dependía su economía.


*Efectivamente, el partido que hoy en día se considera el más “progresista” de EEUU, en el siglo XIX defendía la esclavitud.


Por tanto, la postura de Trump, aunque muchos la consideran incoherente con su partido, realmente recupera la vieja tradición mercantilista norteamericana, que el Partido Republicano defendió durante sus primeras décadas de existencia.


Entonces, ¿poner aranceles es bueno para el desarrollo económico?

Siempre he sido de ideas más bien liberales y por tanto he defendido el libre comercio entre países, arguyendo que el libre comercio favorece la prosperidad para todo el mundo al permitir que los recursos económicos se trasladen allí donde más se pueden aprovechar. Pero, con los años, he ido “matizando” mi postura.


Quienes critican el librecambismo, habitualmente ofrecen un argumento que tiene bastante sentido y que no hay que dejar de poner sobre la mesa. Para evaluar si el proteccionismo favorece o perjudica el desarrollo económico, tendemos a comparar, por un lado, cómo de abiertos al comercio están los países, y por otro, su nivel de desarrollo. Pero la forma correcta de evaluar el impacto del libre comercio en el desarrollo económico no es ésa. Lo correcto es analizar qué políticas comerciales tenían esos países cuando despegaron económicamente, no ahora que ya están en la cima del desarrollo.


Si hacemos este ejercicio, nos toparemos con una realidad que ya comentamos antes al hablar de la historia comercial de EEUU: muchos campeones tecnológicos de hoy en día alcanzaron la cúspide económica a la par que aplicaban políticas fuertemente proteccionistas. Además de EEUU, podemos hablar de Gran Bretaña a partir del siglo XVII, Alemania a finales del siglo XIX, o de Corea del Sur y Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Todos ellos fueron casos de éxito industrial acompañado de fuertes políticas proteccionistas. 


Incluso China, aunque no lo parezca, ha aplicado medidas proteccionistas, si bien lo ha hecho con un enfoque diferente. El gigante asiático permitió la entrada de empresas en su territorio a cambio de poder acceder a la tecnología puntera de Occidente, por ejemplo en la fabricación de smartphones, para después replicarla desde dentro y crear empresas chinas (controladas por chinos) que sean competitivas a nivel mundial. El éxito de China en sectores como el vehículo eléctrico tiene claras bases occidentales, lo cual es el resultado de la política comercial del gobierno en un intento de subirse a la cresta de la ola tecnológica.


De lo expuesto hasta ahora no se deduce necesariamente que el proteccionismo es necesario para el desarrollo económico, pero desde luego tiene pinta de que no ha sido un obstáculo para el mismo. Por eso, de entrada no debería afirmarse que Trump se equivoca con su política comercial porque los aranceles supuestamente son malos. Históricamente, ha habido casos en los que así ha sido (por ejemplo, la Ley Smoot-Hawley) pero, como ya hemos expuesto, en muchos otros casos no (por ejemplo, el éxito de Corea del Sur y de Japón).


Ahora bien, esto tampoco quiere decir que, aunque aceptemos que el proteccionismo puede ayudar al desarrollo, cualquier tipo de proteccionismo sea acertado en todas las circunstancias. No es lo mismo imponer aranceles que exigir el traspaso de conocimientos tecnológicos, como hacen los chinos; en el primer caso se impide la introducción de mejoras desde el exterior, mientras que en el segundo el gobierno aprende a replicar esas mejoras. Tampoco es lo mismo imponer aranceles en el año 1900 que en el año 2025, ya que ahora las cadenas de valor están mucho más internacionalizadas. Es decir, un mayor porcentaje de los componentes de un vehículo proceden del extranjero, en comparación con la situación hace un siglo; en este contexto, los efectos de los aranceles pueden ser más difíciles de prever.


¿Qué opinan los mercados?

La reacción de las bolsas era la esperable: un desplome. Al impacto económico de los aranceles en todas las compañías, se suma el aumento de la incertidumbre debido a que todos hemos podido comprobar la capacidad que tiene un solo hombre de ejercer un impacto notable y disruptor en el comercio mundial. Aunque mañana Trump diera marcha atrás en todo, solamente por el susto que se han llevado los inversores se justifica una rentabilidad exigida más alta en todos los activos de riesgo. 


Dado que todos teníamos claro que la bolsa tenía que caer ante la noticia de una escalada arancelaria mucho peor de lo que estaba descontado, quizás es más interesante hablar de lo que hacen los bonos. 


Los tipos a largo plazo recogen la expectativa sobre qué va a hacer la Fed con su política monetaria durante los próximos años (sobre ello hablé aquí). Tras el anuncio de la ola arancelaria, la rentabilidad de los bonos a largo plazo del Tesoro cayó con relativa fuerza, lo cual indica que el mercado, al menos en aquel momento, descontaba que el impacto de estas medidas no iba a ser inflacionario. Es decir, el mercado daba la razón a Trump en su visión de que el impacto neto de la subida de aranceles es deflacionario (o desinflacionario al menos), y que por tanto la Reserva Federal tiene la posibilidad de bajar los tipos de interés, lo cual a su vez redundará en un menor coste de financiación para el gobierno.


En el momento de escribir estas líneas, la yield de los bonos ha recuperado el terreno perdido, lo cual puede significar que el mercado no ve claro que el gobierno vaya a seguir adelante con los aranceles. Sin embargo, la bolsa no ha recuperado, por lo que estaríamos asumiendo que los inversores en renta fija opinan una cosa y los inversores en bolsa opinan la contraria.


Otra posible explicación de por qué la yield de los bonos ha vuelto a subir es que "alguien" que tiene muchos bonos de EEUU los está vendiendo de forma táctica para impedir que se reduzca el coste de financiación del Tesoro, y así fastidiar a Trump.


En cualquier caso, parece que el supuesto plan para bajar los tipos de interés no está dando resultados.


¿Hacia dónde se dirige el mundo?

Si esta escalada arancelaria se mantuviera en el tiempo, lo cual no está nada claro, rompería con el modelo de comercio internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Hay que recordar que, en aquel entonces, se identificó al nacionalismo económico (dentro del cual hay que incluir al proteccionismo) como una de las causas del estallido de la guerra.


¿Quiere esto decir que Trump va a provocar otra guerra? Supongo que no deberíamos ir tan lejos, aunque es verdad que despreciar de esta manera a los socios tradicionales de EEUU, con frases como “los amigos son peores que los enemigos”, no contribuye a la convivencia armoniosa entre las naciones. En cualquier caso, tiene pinta de que la globalización va a retroceder unos cuantos pasos, y eso de entrada implica un encarecimiento de la cesta de la compra para todo el mundo. El impacto a largo plazo está por verse. 


Para terminar, una curiosidad un poco inquietante: los japoneses se decidieron a atacar Pearl Harbor en 1941 después de que EEUU les impusiera un embargo petrolero, es decir, una restricción comercial.





1 Comment


Reibato80
Apr 11

Es un gusto escucharte y leerte Ángel.

No sé si aparte de tus publicaciones con Carlos mediante Icaria y los vídeos que subís a Youtube, se te puede seguir en algún otro formato. Si es así te agradezco que me lo indiques.

Un saludo y enhorabuena.

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